Charlas y coloquios

En los centros educativos

 

Investigadores del Instituto Pirenaico de Ecología han impartido diferentes charlas en los centros educativos involucrados en el proyecto. 

Con ellas se pretende formar a los estudiantes en el ámbito de la contaminación atmosférica para que cuenten con una base teórica sólida de cara a realizar su análisis e investigación. 

Blas Valero Garcés

Profesor de Investigación en el grupo «Paleoambientes cuaternarios y cambio global» en el Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC). 

Blas es natural de Portalrubio (Teruel), uno de los pueblos de la España vaciada y doctor en Geología por la Universidad de Zaragoza. Marchó a Estados Unidos con una beca post-doctoral en 1991 a la Universidad de Minnesota. Volvió a España en 1995 con un contrato postdoctoral en el Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC) y actualmente y desde el año 2000 es investigador permanente en ese centro de investigación, donde también ejerce de profesor de investigación.

Su trabajo se centra en la reconstrucción de cambios en el pasado (climáticos, ambientales, antrópicos) a partir de registros continentales, principalmente lagos, a una escala desde décadas a milenios. Ha trabajado en América del Sur (Chile, Argentina, Perú), el Pacífico (Isla de Pascua), América del Norte (EE UU y México) y España. También fue director del IPE-CSIC durante ocho años (2009-2017).

Durante la charla, Blas cuenta el papel tan importante que los lagos desempeñan como narradores de la historia de la Tierra y cómo la investigación permite obtener esa información para reconstruir nuestro pasado y predecir el futuro.

Estas son algunas cuestiones que durante las sesiones han llamado especialmente la atención:

  • El término «LA GRAN ACELERACIÓN» claramente producido por la acción de la humanidad sobre el planeta;
  • La «CASA DE GANADEROS DE ARAGÓN» es la empresa más antigua del mundo y
  • «LA SINFONÍA DE MARBORÉ», una iniciativa impulsada desde el Instituto Pirenaico de Ecología con motivo de la doble celebración del 75 Aniversario de su creación y del Centenario del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Los indicadores de la información recogida en los sedimentos de la muestra han sido ‘reconvertidos’ en notas musicales por los creadores de la pieza, los geólogos de la Universidad de Zaragoza José Luis Simón y Lope Ezquerro, que gracias a la aplicación de un programa informático han alumbrado esta pieza de música electrónica de 8 minutos de duración. Os invitamos a escuchar esta maravilla, fruto de la unión de la CIENCIA y la MÚSICA.
Blas Valero durante su charla para los alumnos de 1º de Bachiller de IES Reyes Católicos (Ejea de los Caballeros)

Jorge Pey Betrán 

Científico titular en el grupo «Paleoambientes cuaternarios y cambio global» del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC). 

Jorge se licenció en Ciencias Geológicas por la Universidad de Zaragoza en el año 2003. Ese mismo año se mudó a Barcelona para emprender su tesis doctoral en geología ambiental en el Instituto de Ciencias de la Tierra “Jaume Almera” del CSIC. A principios de 2008 defendió su tesis doctoral a cerca de la “Caracterización físico-química de los aerosoles atmosféricos en el Mediterráneo occidental”.

En 2012 Jorge realizo su primera estancia postdoctoral fuera de España, contratado en el marco de un proyecto LIFE+ por el Departamento de Epidemiologia del Servicio de Salud de la región Lazio (Roma), donde lideró dos acciones dedicadas a la evaluación de la exposición de la población mediterránea partículas atmosféricas de distintos orígenes: el polvo sahariano y las derivadas de incendios forestales.

En el bienio 2013-2014 realizó su segunda estancia postdoctoral, en esta ocasión en la Universidad de Aix-Marseille, para mejorar el conocimiento sobre los aerosoles de la cuenca mediterránea, en particular sobre los de origen marino y sobre el aerosol orgánico, gracias a la utilización y combinación de instrumentación puntera para las medidas en tiempo real.

Charlas

Denominamos aerosol a una dispersión de partículas sólidas y líquidas en suspensión en un gas. Los aerosoles atmosféricos se refieren a partículas sólidas y líquidas suspendidas en el aire. Estos son principalmente producidos por diferentes procesos que ocurren en las superficies de la Tierra y del agua, y en la propia atmósfera.

Se producen tanto en la troposfera como en la estratosfera, pero hay diferencias considerables en los rangos de tamaño, en la naturaleza química y en las fuentes de los aerosoles que se producen en estas dos capas de la atmósfera.

Los aerosoles tienen importantes consecuencias para el clima global, los procesos del ecosistema y la salud humana. La contaminación atmosférica por aerosoles se define como el cambio en la composición natural de la atmósfera debido a la suspensión de partículas, siendo uno de los grandes problemas ambientales en los países más desarrollados. Por otro lado, los aerosoles presentan una alta variabilidad espacial y temporal en la atmósfera con lo que su estudio en muy importante para saber los efectos que producen sobre el clima.

A nivel local también son muy importantes, como es la contaminación en las ciudades por el tráfico rodado y la industria, así como también para desarrollar diversas enfermedades respiratorias.

La pandemia causada por el Coronavirus SARS-CoV-2 ha situado en primer plano de la actualidad la importancia que tiene la calidad del aire en nuestra sociedad. En estos momentos todo el mundo conoce la relevancia que tienen los aerosoles, tanto por sus efectos directos en la salud (los virus, bacterias, u otros microorganismos son bioaerosoles que en sí mismos pueden ser perniciosos para el ser humano), pero también porque pueden actuar como “transportadores” de otros que sí se consideran infecciosos.

Su presencia en la atmósfera puede ser debida a distintas causas y, por tanto, una forma de clasificarlos es en función de su origen, distinguiendo entre aerosoles primarios o secundarios. El primer tipo corresponde a aquellos que se incorporan directamente a la atmósfera a través de emisiones naturales (erupciones volcánicas, polvo desértico, etc.) o actividades antropogénicas (quema de combustibles fósiles, actividades industriales, etc.); mientras que los del segundo tipo son los que se originan como consecuencia de diversos procesos químicos que tienen lugar en ella.

El tamaño de estas partículas es importante. El material particulado respirable presente en la atmósfera de nuestras ciudades en forma sólida o líquida (polvo, cenizas, hollín, partículas metálicas, cemento y polen, entre otras) se puede dividir, según su tamaño, en dos grupos principales. A las de diámetro aerodinámico igual o inferior a los 10 µm o 10 micrómetros (1 µm corresponde a la milésima parte de un milímetro) se las denomina PM10 y a la fracción respirable más pequeña, PM2,5. Estas últimas están constituidas por aquellas partículas de diámetro aerodinámico inferior o igual a los 2,5 micrómetros, es decir, son 100 veces más delgadas que un cabello humano

Además, el tamaño no es la única diferencia. Cada tipo de partículas está compuesto de diferente material y puede provenir de diferentes fuentes. En el caso de las PM2,5, su origen está principalmente en fuentes de carácter antropogénico como las emisiones de los vehículos diesel, mientras que las partículas de mayor tamaño pueden tener en su composición un importante componente de tipo natural, como partículas de polvo procedente de las intrusiones de viento del norte de África (polvo sahariano), frecuente en nuestras latitudes.

Los efectos que las partículas causan en la salud de las personas han estado históricamente asociados a la exacerbación de enfermedades de tipo respiratorio, tales como la bronquitis, y más recientemente también se han analizado y demostrado sus efectos sobre dolencias de tipo cardiovascular. En el caso de las PM2,5, su tamaño hace que sean 100% respirables ya que viajan profundamente en los pulmones, penetrando en el aparato respiratorio y depositándose en los alvéolos pulmonares, incluso pueden llegar al torrente sanguíneo. Además estas partículas de menor tamaño están compuestas por elementos que son más tóxicos (como metales pesados y compuestos orgánicos) que los que componen, en general, las partículas más grandes.

Todo ello hace que la evidencia científica esté revelando que estas partículas PM2,5 tienen efectos más severos sobre la salud que las más grandes, PM10. Asimismo, su tamaño hace que sean más ligeras y por eso, generalmente, permanecen por más tiempo en el aire. Ello no sólo prolonga sus efectos, sino que facilita su transporte por el viento a grandes distancias.